junio 24, 2022

Exudado vulvar

Imágenes de lesiones vulvares benignas

Una mujer de 89 años fue remitida a nuestra clínica con cáncer de vulva. También padecía obesidad [con un índice de masa corporal (IMC) de 35 kg/m2], hipertensión persistente, diabetes mellitus tipo 2 tratada con medicamentos orales. En 2015 fue operada por carcinoma de endometrio. Se realizó histerectomía abdominal total con salfingoforectomía bilateral, omentectomía y disección de ganglios pélvicos (la histopatología reveló adenocarcinoma seroso G2; estadio Ib de FIGO). En enero de 2016, tras una biopsia de ulceración vulvar, se diagnosticó un cáncer escamoso vulvar plano-epitelial. Fue remitida a cirugía. Fue operada en octubre de 2016. Fue ingresada en la unidad ginecológica de nuestra institución. El examen físico reveló una vulva mutilada con labios mayores y menores extirpados y estrechamiento del orificio vaginal. El lado derecho mostraba un tumor de 2,5 cm de diámetro, con zona de esfacelos y sin infiltración profunda, y un nódulo satelital en los labios mayores izquierdos de 1 cm de diámetro. El cuello uterino, la pared vaginal, el recto y el ano parecían normales. No había ganglios linfáticos agrandados en la zona inguinal.

Liquen plano vulvar

Puntos de aprendizajeAbrir en una ventana aparteFigura 1Úlceras grandes y profundas con exudado gris y las características «lesiones de beso».Abrir en una ventana aparteFigura 2Múltiples úlceras vulvares (primer día después de iniciar el clobetasol tópico).Notas a pie de páginaContribuidores: VM (escribió el artículo) y CU fueron los médicos responsables de la atención de la paciente durante su hospitalización. CU ha seguido a la paciente en consulta desde el alta. SC y FG contribuyeron discutiendo las posibles causas, pruebas y opciones terapéuticas.Intereses en conflicto: Ninguno declarado.Consentimiento del paciente: Obtenido.Procedencia y revisión por pares: No encargado; revisión externa por pares.Referencias1. Vieira-Baptista P, Lima-Silva J, Beires J et al.

Imágenes de la dermatitis vulvar

Debido a la disminución de los niveles de estrógeno, las mujeres que se encuentran en la mediana edad o más allá de ella suelen presentar síntomas de vaginitis atrófica. Se calcula que entre el 10 y el 40 por ciento de las mujeres posmenopáusicas presentan síntomas de vaginitis atrófica, también denominada atrofia urogenital.1 A pesar de la prevalencia de los síntomas, sólo entre el 20 y el 25 por ciento de las mujeres sintomáticas buscan atención médica.2,3 Por lo tanto, los médicos tienen la oportunidad de mejorar la salud urogenital y la calidad de vida de una gran población de pacientes mediante la identificación y la intervención en esta afección que a menudo se pasa por alto y se diagnostica de forma insuficiente.

Es importante no dar por sentado el diagnóstico de vaginitis atrófica (o únicamente el diagnóstico de vaginitis atrófica) en la paciente posmenopáusica que presenta quejas urogenitales. La historia de la paciente debe incluir la atención a los agentes exógenos que pueden causar o agravar los síntomas. Los perfumes, los polvos, los jabones, los desodorantes, los salvaslips, los espermicidas y los lubricantes suelen contener compuestos irritantes.6 Además, la ropa ajustada y el uso prolongado de compresas perineales o materiales sintéticos pueden empeorar los síntomas atróficos12 (Tabla 3).6,12

Dermatosis vulvar, tratamiento

La vulvitis zoon o vulvitis circumscripta plasmacellularis es una enfermedad inflamatoria crónica poco frecuente que se caracteriza por placas eritematosas bien delimitadas y brillantes que pueden afectar a cualquier localización de la vulva. Suele aparecer en mujeres posmenopáusicas y plantea un difícil diagnóstico diferencial. Se destaca la necesidad de realizar una biopsia vulvar para obtener un diagnóstico histológico certero. Se presenta el caso de una paciente de 36 años y se discuten las opciones terapéuticas actuales descritas en la literatura.

La vulvitis de Zoon o vulvitis de células plasmáticas es una rara enfermedad inflamatoria crónica descrita por primera vez, en 1954, por Garnier y Zoon1,2. Se caracteriza por placas eritematosas bien definidas y brillantes que pueden afectar a cualquier localización de la vulva, en forma de placas únicas o múltiples. No suele afectar a la mucosa vaginal ni a otras localizaciones extragenitales. Puede afectar a la mucosa genital del vestíbulo, al epitelio parauretral, a la región periclitoroide o a los labios menores. Los síntomas más frecuentes son ardor, picor, dispareunia y disuria3. Suele darse en mujeres posmenopáusicas y plantea un difícil diagnóstico diferencial.

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