Autismo grado 2
Autismo ligero
El nivel de funcionamiento de una persona con un diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA) depende de la gravedad de sus síntomas, de las disfunciones y deficiencias en la comunicación y de las habilidades sociales y de comportamiento. Aprender cómo los psicólogos y otros especialistas médicos evalúan a una persona para diagnosticar el autismo y asignarle un nivel de funcionamiento puede ayudarle a entender y gestionar este complejo trastorno.
Los signos del autismo se hacen evidentes en la primera infancia, normalmente antes de los tres años. Los profesionales sanitarios utilizan pruebas estandarizadas para diagnosticar el autismo, así como para determinar la gravedad funcional del trastorno.
La quinta edición de 2013 del Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) requiere dos conjuntos de criterios para realizar el diagnóstico de autismo. Puede descargar la hoja informativa sobre el autismo del DSM-5 en el sitio web de la APA. A continuación se indican los dos criterios funcionales de diagnóstico del DSM-5:
Al finalizar las pruebas y evaluaciones exhaustivas del niño, los especialistas asignan uno de los tres niveles de funcionamiento del autismo, de leve a grave, basándose en los criterios del DSM-5 para esta asignación. Una hoja informativa de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ofrece un ejemplo de clasificación de varias áreas de funcionamiento, como la inteligencia y las habilidades sociales y de comunicación. Las siguientes secciones resumen los tres niveles de autismo del DSM-5, tal y como los describe Autism Speaks.
Síntomas de autismo
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Los niveles van de menor a mayor gravedad; el nivel 3 de TEA describe a una persona que tiene el nivel más grave de síntomas de TEA, y el nivel 1 de TEA describe a alguien con síntomas en el extremo más leve del espectro.
El trastorno del espectro autista afecta a la forma en que una persona actúa, aprende y se expresa. Aunque las personas con TEA pueden tener síntomas en común, cada individuo es diferente y también lo son sus puntos fuertes y sus dificultades.
Los tres niveles del TEA ayudan a los médicos a prescribir terapias adecuadas para las necesidades únicas de sus pacientes. Estas terapias pueden ayudar a la persona con TEA a aprovechar al máximo sus puntos fuertes y a mejorar sus habilidades sociales, de lenguaje y de comportamiento.
La versión anterior del DSM, el DSM-4, dividía el autismo en cinco diagnósticos distintos que iban desde el síndrome de Asperger (a menudo utilizado para describir el autismo leve o de alto funcionamiento) hasta el trastorno autista, que indicaba un autismo grave.
Autismo funcional leve
El autismo es un diagnóstico que a menudo conlleva una determinada connotación. Aquellos que no están familiarizados con los matices del trastorno del espectro autista (TEA) pueden asumir que todos los niños del espectro participan en comportamientos repetitivos, no hacen contacto visual y son en gran medida no verbales. Si bien es cierto que estos signos pueden estar presentes, hay muchos niños que entran en el espectro cuyos síntomas son mucho más leves e incluso aquellos cuyos síntomas son más graves. Se trata de una gama amplia y diversa de posibles complicaciones y, a pesar de lo que algunos puedan pensar, los niños dentro del espectro no entran todos en pequeñas categorías ordenadas. Por ese motivo, las clasificaciones del TEA han cambiado significativamente a lo largo de los años.
Si bien el antiguo sistema de clasificación puede parecer un poco más tajante, las sutiles diferencias que a menudo distinguían a unos de otros dejaban lugar a mucha confusión y mucho estaba abierto a la interpretación. Para solucionar esto, el TEA se clasifica ahora en tres niveles diferentes, que indican el nivel de apoyo que puede necesitar un paciente.
Vivir con el autismo
El autismo es una de las discapacidades del desarrollo más comunes. Las personas con autismo, también llamado trastorno del espectro autista (TEA), tienen diferencias en la forma en que su cerebro se desarrolla y procesa la información. Como resultado, se enfrentan a importantes retos comunicativos, sociales y de comportamiento.
Los síntomas pueden ser graves e interferir en las tareas cotidianas, o pueden ser leves y causar sólo algunos problemas. Los expertos llaman a esta gama de síntomas «espectro». El síndrome de Asperger y los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) son afecciones que forman parte del espectro autista.
Aunque no hay cura para el autismo, la intervención temprana y la terapia pueden ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades y alcanzar su potencial. La terapia se adapta a las necesidades individuales de cada niño y puede incluir terapias conductuales, educativas, del habla y ocupacionales.
Muchos alumnos con autismo pueden prosperar en un entorno estructurado, por lo que hay que establecer una rutina y mantenerla lo más constante posible. Cumplir con los horarios diarios y dejar tiempo suficiente para las transiciones puede ayudar con los problemas de comportamiento y las frustraciones de muchos estudiantes.